MUDANDO LA PIEL
Transitar y parar, parar y transitar, de eso va este viaje.
Uno de esos que empieza por necesidad, sin rumbo, y que acaba llevándote a lugares tan ocultos que no aparecen si no vas a buscarlos, en silencio.
De volver al origen, en lo más amplio del término, a casa, mudando la piel mientras caminas, dando espacio a lo imprescindible.
Pero también del vértigo que esto provoca, de eso también va.
Alguien me advirtió que no sirve de nada intentar evitar los miedos imaginarios, que si los rehuyes se hacen más fuertes. “La evitación te hiere”, dijo.